Hotel Añaza 

Nos paramos en frente al hotel Añaza. En frente.
Casi nunca se aparca a ocho metros desde el lugar abandonado que se quiere explorar.

Diez kilometres al Norte hay Santa Cruz de Tenerife es la ciudad del segundo Carnaval mas disfrazado del Mundo.

El canto de las olas es poderoso: Océano.
Es el 24 de julio, son las tres de la tardes y treinta grados de sol que caen intenso sobre nuestra piel.
Mas adelante, debajo de las piedras, hay algunas chozas.

Subimos

Pues, mejor entrar directamente desde la segunda planta, probablemente la reception del hotel.
Las rampas de la escalera están desnudes.
Séptimo, quizás octava planta y caminamos hacia los balcones.

La mirada es maravillosa; ciel, mar, hasta cuando el mar se desliza redondo.

El edificio está totalmente vacío. Vacío de vida. de sillones, de sillas, de mesas, de armarios, de camas, de objectos.
El edificio no tiene puertas, no tiene baños, no tiene ventanas.
El edificio es un esqueleto de veintiuno pisos de cemento.
Los balcones a pique sobre el Océano sin rejas: son trampolines.
El edificio tiene solo pilares y suelos sin revestimientos de suelos. Gris en bruto.
Todo el hotel Añaza es así.

Hace veinte minutos que estamos dentro esas capas de lasaña de cemento todavía sin relleno y queremos subir hasta el último piso.

Volvemos a la escalera.
De repente un golpe seco nos deja parado.
En un segundo el cerebro elabora el ruido, cambia encuadre y codifica la dirección.
Miramos desde otro lado del mar hacia la calle.
Un ciclomotor está junto a nuestro coche aparcado abajo. Un chico col motor en marcha y otro dentro el coche.urbex-canarias-urbex-spain-hotel
Hay un chico dentro, coño! Las hoyas de la  palma en frente ocultan la escena, pero está perfectamente claro.
Nuestro grito hace salir el tío afuera. Huyen.
No han robado nada por qué había nada.
Han dejado la piedra que ha hecho salpicar el cristal en todo los asientos. Gracias.

El reportaje que acaba de empezar ya termina.

La policía local nos has dejado entender que la zona es bastante peligrosa.

A menudo, de noche,  hay drogados, borrachos y unas parejas temeraria.
Añaza no es solo eso.

Añaza

Hemos hablados con chicos que estudian, con gentes que se levantan mañana temprano por ir a trabajar.
Ello si que tienen dignidad para dársela a mucha gente de las zonas burguesas que la olvidó, ni jamas han tenido.
Por ejemplo, la empresa alemana que en el año 1973, en un solo año, levantó veintiunos pisos sin licencia.
Y, rápida como llegué y construí el hotel Añaza, se marchó.
Rápida como quien derriba un cristal con una piedra y escapa enseguida, dejando una piedra.

Quizás un día volveremos pero, en el corazón, la esperanza es pasar de allí y ver solo la costa y el Océano que están geniales.

 

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Juan Velarde
Diariodeavisos
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